top of page

La educación, el primer paso hacia la autonomía

   Por Emily Castillo

     Mariana Herrera

 Katherine Mendoza

Katherinne Cáceres

            Como estudiantes de Educación General Básica, tenemos el privilegio de contar con la experiencia e investigaciones que ha obtenido y realizado la profesora Irma Lagos Herrera. Pero ¿La conocemos realmente? ¿Cuánto ha sido su esfuerzo? ¿Cómo fue su formación académica y profesional? ¿Cómo logró ser la docente con más investigaciones?

 

            La profesora Irma nació en Tomé, puesto que su padre era infante de marina y, en ese entonces, estaba destinado a ese lugar. Su padre se llamaba Adán Jesús y su madre, al igual que ella, Irma, dado que se usaba colocarle el mismo nombre a la hija mayor. Cuenta que al comienzo ella decía: “ay ¿por qué me colocan el mismo nombre?” pero después le encontró sentido.

            Ella se relacionaba bien con sus padres, especialmente con su padre, porque desde pequeña había establecido una amistad con él. Era exigente y estricto, pero también era tierno; ella era la regalona de su padre, mientras que sus hermanos lo eran de su madre. Tiene 13 hermanos; eran cinco mujeres cuando sus padres empezaron a buscar el niñito. Cuando nació, ellos siempre lo ocultaban para cambiarle pañales, pero como su hermana era “metiche”, pidió que la tomaran en brazos para mirar cuando lo cambiaran. Al mirar, cuenta entre risas, que su hermana dijo: “mmm… tanto que esconden la guagua que es hombre, ¿saben lo que tiene? no tiene nada especial, tiene dos “popo”, “canta” por los dos y eso tanto que lo esconden”.

 

            Vivió meses en Tomé y luego, su infancia, en Talcahuano. Vivió en casas de la institución en donde trabajaba su padre, que estaban muy lejos de su colegio. Por ejemplo, al ir a primero básico, tenía que caminar dos horas a pie y después tomar una micro para llegar a la escuela, la cual era bastante exigente, lo que era bueno para ella. En ese tiempo las calles eran de tierra o de barro. En invierno, iba con botas largas, una capa y tenía que correr con su bolso de suela, no había día que no se cayera, pero tenía que volver a pararse y lavarse en una vertiente.

            En su infancia jugó todos los juegos tradicionales. Sin embargo, su madre tenía el concepto de que la hija mayor era la ayudante, por lo tanto, que ella jugara era un pecado capital; así que si la sorprendía jugando, agarraba una varilla de los árboles y se las “daba”. Como le gustaba leer, pero eso se veía como flojera, descubrió que si se subía a la parte más alta de los árboles, su madre no le alcanzaría a pegar y allí, en lo alto, tenía algunos papeles para leer.

 

            Sus mejores amigas tenían que ser hijas de los compañeros del trabajo de su padre, pero como en la casa había tantos hermanos que cuidar, no había tiempo para ir a las casas de las amigas. Los días pasaban y la rutina  era de la casa al colegio y del colegio a la casa. Al llegar la noche, después de un agotado día, su mamá apagaba la luz, así que como no le quedaba mucho tiempo debido a los quehaceres del hogar, le robaba las velas y leía o hacia sus tareas en la noche; sin embargo, su segunda hermana la delataba.

            Para poder entrar al colegio a recibir las enseñanzas y lecciones que sus padres no podían darle; debió esperar a que su hermana cumpliera la edad necesaria para que fuera al colegio, ya que era peligroso salir sola al colegio o al liceo; los caminos eran angostos y con grandes charcos, por lo que se podían resbalar, pero con la compañía de un hermano eso se hacía más fácil. Nuestra querida profesora, recibió su primera formación en la Escuela n° 26  que pertenecía a la Escuela Naval, allí estuvo hasta 6° básico.

            Siempre quiso ser alguien más, no quería seguir el destino que su madre le había predestinado; así que habló con su padre, ya que él siempre fue su aliado y le pidió que la ayudara a seguir estudiando. Así fue como su padre inscribió a su hija en el liceo para que pudiera cumplir sus sueños. Cuando supieron que la habían aceptado llegó lo difícil. En esos tiempos, la vida no era color de rosa, debían contarle a su madre y eso significaba un problema para ella. Cuando le contaron a su madre, esta la quería “matar”, su hija iba a cumplir un sueño que ella jamás pudo ni siquiera pensar, además iba a dejar de lado los quehaceres de la casa y la responsabilidad de cuidar a sus hermanos, eso era lo que la madre pensaba. Solo pudo llorar y llorar, pensando en lo cruel e injusta que podía ser la vida, el hecho de ser la hija mayor, le estaba jugando en contra. Así que como le gustaba escribir decidió redactar un compromiso, en donde dejaba en claro que a pesar de estudiar, se iría muy temprano a la casa y cumpliría con las obligaciones de hija mayor, tanto de la casa como de sus hermanos.

            Comenzó esta nueva etapa en su vida y estaba muy orgullosa de lo que estaba haciendo. Así que con mucho esfuerzo cumplió con su compromiso. Cuando llegaba a casa después de ir a la escuela, se preocupaba de sus hermanos, especialmente de uno o dos, porque como las cinco mujeres eran las mayores, estas debían hacerse cargo de sus hermanos y esto constaba de que hicieran sus tareas y que aprendieran, que no anduvieran sucios ni mucho menos con la ropa rasgada, que comieran, que se bañaran. Pero habían días en que sus hermanos, como eran ocho hombres, no les interesaba lo que sus hermanas mayores les pedían, ellos se arrancaban al mar y allí pasaban horas, así que por culpa de ellos, las mujeres eran castigadas.

            Pero a pesar de todo lo que tenía que hacer durante el día y de las dificultades que se le presentaban, igual se destacó en la escuela; llegó a obtener el segundo lugar de su curso. Con el tiempo se dio cuenta que no tuvo el primer lugar, no porque no fuera mejor que su compañera, sino porque esa alumna tenía mucho más capital cultural que ella; además tenía apoyo, le compraban libros y tenía tiempos dedicados a estudiar, en cambio, la profesora Irma debía cumplir otras tareas.

 

            “Mi papá siempre defendía a los profesores en la reuniones y todos sabían que él era mi papá; siempre se sintió orgulloso de mi, decía que yo era buena alumna no porque tuviera grandes privilegios como los libros, sino porque me gustaba aprender”. El gusto por la lectura y por aprender solo lo consiguió pidiendo libros prestados a sus compañeros, ya que en sus tiempos libres se ofrecía para enseñarles y, en vez de dinero, ella pedía un libro. Son años tan diferentes a los nuestros, en estos tiempos los alumnos ya no quieren leer, solo buscan resúmenes de textos y no se interesan por las maravillas que pueden entregar los manuscritos; realmente nuestra profesora se merece varios aplausos.

            “Mi gusto por la lectura se lo debo a mi abuela; en su casa compraban siempre el diario y empecé leyéndole noticias, ella a cambio me contaba copuchas sobre la Reina Isabel; me contaba sobre la farándula de la época”. Su capital cultural en gran parte se lo debió a su abuela y a su padre; su abuela por haberla impulsado en la lectura y su padre por dejar que lo ayudara en cosas de la Escuela Naval. “Mi padre llevaba pruebas de matemáticas, de historia y de lenguaje principalmente, ya que tenía que enseñarles a leer y escribir a los que no sabían, yo me metía en su escritorio y él un día me pidió que lo ayudara. Allí aprendí muchas cosas”.

 

            Le preguntamos por como compartían fiestas y tradiciones con su familia, y nos contó que la principal celebración era la del 18 de septiembre. Iba con su familia en carreta a las canchas a ver los juegos populares, que son prácticamente los mismos que nosotros celebramos hoy en día. Cuando ya empezaba a anochecer, se iban temprano porque después la gente se emborrachaba. Como su familia era grande, no era necesario invitar más gente para las celebraciones de cumpleaños, con los que estaban en la casa ya no cabía nadie más y además se juntaban tres o cuatro cumpleaños para ahorrar.

            “En la escuela también recibíamos castigos; yo nunca recibí ninguno, pero si los habían”, recuerda lo relatos que le hacia su madre, en donde ella le contaba que la castigaban con reglas de  vidrio, con la cual le pegaban en las manos hasta hacerlas sangrar. Recuerda principalmente un castigo que fue recibido por su hermana en el colegio, -“un día andaba buscando a mi hermana y la encontré en la puerta de la escuela con varias compañeras más, todas tenían un letrero que decía ‘soy burra’, me molesté mucho, así que fui a hablar con la directora y ella solo me respondió que no me metiera, que debían aprender. Mi miedo era que pasara mi papá o sus amigos por afuera de la escuela y que mi hermana fuera catalogada como una vergüenza para la familia”. Su padre siempre fue muy estricto, al llegar a la casa, él colocaba a los 13 hermanos en una fila y les tomaba las tablas saltadas, no en orden y ella como hermana mayor, debía dar el ejemplo. Era una gran responsabilidad para una solo persona.

 

            Durante la enseñanza primaria hubo una persona en particular que marcó su vida, fue una profesora de nombre Adriana a quien ella admiraba mucho. -“Nuestra profesora trabajaba mucho para que nosotros aprendiéramos y fuéramos responsables, siempre debíamos preocuparnos por nuestra letra y andar impecables. Ella era muy buena en lo que hacía, a demás de ser delgada, elegante y sofisticada. Siempre competíamos con otros cursos y decíamos que teníamos la profesora más bonita”.

            Cuando se inscribió para dar la Prueba de Aptitud Académica, su hermana también decidió estudiar una carrera universitaria, ambas sacan excelente puntaje. La profesora Irma podía quedar en la carrera que ella quisiera, pero también debía tener presente el punto de vista económico. En su mente siempre estuvo muy presente su familia y el deseo de querer contribuir en la casa, -“teníamos un solo sueldo para 13 niños y todos estudiando, así que debía buscar una carrera corta, que me gustara y que me ayudara a sacar adelante a mi familia. Me gustaba mucho Arquitectura, pero duraba siete años; así que me decidí por educación que, en esos tiempos, solo eran tres años”.

 

            Estudió en la Universidad de Chile campus Chillán, puesto que no tenía la posibilidad de estudiar en otro lugar debido a la falta de dinero; además su madre la seguía “cargando” con las tareas del hogar. Sus títulos académicos actuales son: Pedagogía General Básica mención Lenguaje y comunicación, Pedagogía en Español, Magíster en Educación con mención en Currículum, Post Grado en Estudios de la Mujer, Post Grado en Uso de Tics, incluso empezó y terminó un Doctorado en Educación, en el cual aprobaron su proyecto de tesis doctoral; sin embargo, no obtuvo título, puesto que al pasar por una situación delicada debido a la salud de su hija, no asistió a la titulación y, por ende, no logró obtenerlo.

            En cuanto a su vida universitaria, fue esforzada. En segundo año de su primera carrera, fue la mejor alumna. Su vida fuera de la universidad, en un principio, fue dura, ya que vivía con su padrino, el cual no fue muy bueno con ella. Por ello decidió irse y alquilar una pieza, la que costeaba con las becas y el sueldo de su primer trabajo como docente, siendo este en un liceo nocturno en el cual trabajaba treinta horas. Dicho trabajo lo buscó por la falta de dinero y para adquirir experiencia, donde se enfrentó a alumnos diversos tipos de alumnos, desde alcohólicos y prostitutas a hijos de comerciantes y millonarios, entre otros. A pesar de su casi nula experiencia, asumió una jefatura y logró salir adelante. No tenía mayores pasatiempos, ya que con el ajetreo de la universidad, el trabajo en el liceo y las tareas impuestas por su madre, no le quedaba mucho tiempo; lo que sí, siempre adoró y le encantó la lectura.

            Llegó a trabajar en la Universidad de Concepción durante el tiempo de dictadura, puesto que su trabajo en ese momento en la Universidad de Chile en Chillán, no se encontraba muy bien, ya que la interferencia de la dictadura en la educación, lo hacía difícil y no la dejaban ejercer bien su profesión, además de un constante hostigamiento por parte del  gobierno. De pronto, le surgió la  posibilidad de postular a la Universidad de Concepción campus Los Ángeles, renuncia a su trabajo y dictó el ramo de Fundamentos de  la Educación, en el cual se vio obligada a impartir una planificación dada por el ministerio de educación, que en dicho momento, se encontraba bajo las manos de la dictadura.

            Su inspiración para empezar y seguir la línea de las investigaciones se debe a la constante pregunta que se hacía relacionadas a las dificultades que presentaban sus estudiantes para adquirir un nuevo conocimiento y aprendizaje; es así como hasta el día de hoy aún continua realizando investigaciones en las diferentes áreas de las ciencias, lenguaje, matemáticas, además del pueblo mapuche/pehuenche y varias otras que llenan de emoción y vocación su vida como docente.

            En cuanto a su investigación más reconocida, ella no podría decir cuál es la más importante, ya que cada investigación le aporta un cierto grado de conocimiento. Pero eso sí, se ha estacionado bastante a los pehuenches. De partida, reconoce que tiene la limitación de no conocer su lengua, pero también es una convencida que aun sin conocerla, puede ayudar a estos grupos a que aprendan y se desarrollen más. Ese ha sido su objetivo, aunque estos no son grandes. De hecho, todos los temas que investiga pasan hacer subalternos en la sociedad. Hay temas que le encantarían estudiar, por ejemplo, la literatura infantil, que es un tema fascinante, pero no ha tenido el tiempo de hacerlo.

            Más que premios y reconocimientos, una vez hizo una investigación para ver quiénes eran los más productivos en la investigación del país en educación y ocurrió que salió a nivel nacional el profesor Brunner en Santiago, Romanth y ella. Ellos son doctores en el proyecto Fondesi, en cambio, los de ella han sido investigaciones con el patrocinio de la Universidad de Concepción, son fondos más pequeños, pero de todas maneras le permite ir adquiriendo más experiencia.

 

            Ha perdido la cuenta de cuantas investigaciones ha realizado, ya que deben tener el currículum de los últimos cinco años y, a veces, se echan a perder los computadores o el pendrive. Ella, en este minuto, tiene su currículum del año 2009 o 2010 hasta ahora y tendría que empezar a rearmar la historia anterior, porque ya en el año 1976 estaba investigando.

             Se convirtió en la profesora con más publicaciones a nivel nacional, debido a la investigación que realizó en Santiago, en donde se vieron los resultados por los diarios que se masificaron en todo el país. Pero claro, si ellos hubiesen elegido quien tiene más publicaciones de proyecto Fodesi, ella nunca lo hubiera sido, ya que se necesita un doctorado para poder obtenerlo.

            Descubre su interés por el pueblo mapuche/pehuenche en el campus Los Ángeles, un poco quizás gracias a su hermana, dado a que ella estudiaba Construcción Civil y cuando estaba haciendo su práctica la invitó a Temuco. Ella estudió durante la educación básica, media y universidad como si los indígenas no existieran, “yo nunca pensé que los indígenas existieran”. Descubrió su existencia al viajar a Temuco, cuando su hermana le cuenta que se estaba alojando en la casa de una “mapuchita”.

 

            Cuando los conoció, quedó impactada por cómo vivían, cómo las mujeres trabajaban, ya que ellas son bastantes trabajadoras, y la gran diferencia que hay entre géneros. “El hombre estaba sentado y la mujer trabajaba mientras él le da órdenes, le decía: trae la manzana, trae huevos cocidos a las visitas; mujer, trae el mate, apúrate”. Ella andaba con una libreta en donde anotaba todas las palabras e iba preguntando su significado y cómo se pronunciaban. Llegó encantada a su casa con el viaje.

            Al llegar a Los Ángeles, le contó a un profesor que estaba haciendo una investigación en el Alto Bío bío sobre los pehuenches. En esa fecha, tenía sus hijos muy pequeños y no podía dejarlos solos e ir a este lugar. Pero cuando sus hijos crecieron, decide que podría ir y estar con ellos. Un día llegó un ex alumno y  pidió hablar con ella, este le comenta que está en el alto Bío bío, que estaba haciendo un post grado y que necesitaba su ayuda, entonces ella acepta ayudarlo y ahí empezó a tener más contacto con los pehuenches e insertarse en su cultura.

            En cuanto a los estudiantes que han pasado por sus aulas como profesores en formación, ella sueña que tengan inquietud por investigar desde su práctica para que sean mejores profesionales, sobre todo mejores personas y ser solidarios. Cree que no es tan difícil, ya que cada vez que se encuentra con ex alumnos es muy emocionante ver lo que han logrado. Tiene la confianza de que serán buenas personas y espera que la sociedad los reconozca como tales, porque es una profesión muy buena y necesaria.

            Sus pasatiempos favoritos son escribir y tejer, ya que la hacen descansar. Solo vive el presente, por lo que no ha planeado su futuro.

            Las crónicas siempre nos entregan una visión diferente de lo que conocemos, detrás de cada historia de éxito hay un gran viaje de esfuerzo, dedicación, compromiso y muchas veces de dolor. Esta no fue la excepción. Muchas veces nosotros, los jóvenes, nos quejamos de que no les dan oportunidades para surgir, pero no se dan cuenta de que para ello deben luchar, tal cual como lo hizo nuestra profesora. Los sueños se deben seguir y en lo posible alcanzar, si no los tuviéramos nuestra vida no tendría sentido. Este relato es un ejemplo de vida y como ella nos dijo al final de su entrevista: “se debe vivir el presente, no sabemos si estaremos en un futuro”; nosotras les decimos Carpe Diem: “Vivan el momento”.

bottom of page