Pepper,  luego de asistir y participar en el show de un mago, descubre que posee “ciertos poderes” para mover cosas, lo que lo lleva a  creer que puede hacer regresar a su padre. El niño se adentra en la misión de hacer retornar a su padre, sea como sea, pero para que ello ocurra, deberá primero hacer crecer su fe, que es lo único que puede lograr cosas imposibles.

 

           Una de las cosas que lo llevará a convertirse en un niño con mucha fé, será transformarse en amigo de Hashimoto, un anciano  japonés que vive en la ciudad. Puesto que si para el pueblo ha sido complicado  aceptar a Hashimoto, quien ha recibido malos tratos debido a su procedencia, para Pepper es aún más difícil, ya que su padre podría ser asesinado en Japón, y nunca regresar.

 

             La cinta enseña muchas cosas, muestra ambos lados de la moneda. Por una parte se encuentra el sufrimiento de un niño, cuyo padre es llevado obligatoriamente a la guerra, y  Hashimoto, que debe sufrir distintas amenazas y desprecios, por vivir en un sitio que  está en conflicto con su antigua patria. Por otro lado, la enfermedad del niño  enseña que la altura no se mide de los pies a la cabeza, sino de la cabeza hacia el cielo.

 

             La película es apta para todo público, y sin lugar a dudas sería un excelente material audiovisual para mostrar a estudiantes de enseñanza básica. Es indispensable que los niños de hoy  se den cuenta que existen episodios en la historia mundial que no deben volver a ocurrir porque, de una manera u otra, afecta a todos por igual. Otro aspecto a destacar de la película, es que enseña a nunca dejar de creer, porque la fé puede mover incluso montañas, y así lo demostró Little Boy.

 

            El filme tiene una duración de 100 minutos aproximadamente y en toda su extensión hace pasar por distintas emociones, que van desde empatía, sorpresa, alegría, emoción, hasta pena y disgusto. La mejor parte del filme,  sin lugar a dudas, es su emocionante e inesperado final, que hará llorar de tristeza y de alegría.